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Rostros de la Innnovación: Juan Manuel y la máquina sopladora

Rostros de la Innnovación: Juan Manuel y la máquina sopladora. Foto: Naturaleza Secreta.

En la Unidad Empresarial de Base (UEB) Planta de Envasado de Miel Apisun, en el municipio habanero de La Lisa, el zumbido constante de la línea de producción es el sonido de un triunfo colectivo. Detrás de ese ritmo vital está Juan Manuel Barrera Vázquez, técnico con más de cuatro décadas de oficio, cuya innovación no solo reactivó el “corazón de la planta”, sino que rescató vitales exportaciones y “patentó” una lección de soberanía tecnológica.

La pieza central de esta hazaña es una sopladora de preformas de origen español, un equipo electro-neumático clave que transforma preformas de PET en los ocho formatos de frascos usados para la miel de consumo nacional y exportación.

Su mecanismo de precisión depende de un conjunto SERVOPACK, donde un servodriver programa y envía las órdenes a un servomotor para la apertura y cierre de los moldes. La crisis estalló cuando falló un componente crítico en este sistema: una resistencia regenerativa, diseñada para proteger al servomotor de los picos eléctricos.

“La innovación consiste básicamente en que se logra sustituir una pieza de la maquinaria original española por otra hecha por nosotros”, explica Juan Manuel. Con un valor superior a 6 000 euros… la pieza se volvió un inalcanzable. "Se nos detuvo la producción", recuerda. Frente a la parálisis, la respuesta fue el ingenio puro.

“Éramos un poco nuevos, son tecnologías de primera, de punta, y comenzamos a hacer un estudio y logramos encontrar la solución para la reparación de esta resistencia".

La solución técnica fue elegante y poderosa: no solo se reparó la resistencia de 50 ohm, sino que se implementó una conexión externa alternativa, una adaptación que hoy sirve de modelo para otros equipos con componentes similares. “Esta máquina es el corazón de la planta”, enfatiza el innovador, y al latir de nuevo, los resultados fueron inmediatos y cuantificables.

Rostros de la Innnovación: Juan Manuel y la máquina sopladora. Foto: Naturaleza Secreta.

La innovación permitió ahorrar más de 6.000 euros en concepto de importación de la pieza y, sobre todo, generó un efecto económico valorado en 9.082.293,62 pesos, equivalentes a unas 120,54 toneladas de miel envasadas en un año.

“Esto permitió ayudar a que se pudiera cumplir con los planes técnico-económicos, con todas las exportaciones pendientes”, destaca Barrera Vázquez, subrayando un beneficio que trasciende los ámbitos de la empresa.

Para Juan Manuel, el reconocimiento ha tenido un doble valor. Como presidente de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) en su UEB, este éxito ha sido bandera. “He sido estimulado por la asociación, económicamente inclusive”, cuenta. Sin embargo, reflexiona sobre el camino:

“Inicialmente sí fue un poco engorroso, debido a que todavía no se cree mucho en el anirista, que es un trabajo noble y anónimo”. Su llamado es a conferirle mayor visibilidad para “incorporar, fundamentalmente, gente joven, y sortear todos estos problemas que tenemos”.

Más allá de las cifras, la satisfacción es profunda y personal. “Uno se siente muy realizado cuando logra ver que con tus propias manos echas a andar uno de estos equipos tan sofisticados”, confiesa.

La historia de Juan Manuel Barrera Vázquez es el microcosmos de una industria que se reinventa. No es solo la reparación de una máquina, es la demostración de que el capital humano, cohesionado y estimulado, es el recurso más valioso. En La Lisa, la dulzura de la miel Apisun lleva ahora, inseparable, el sello de una innovación hecha a mano.