Atlántico-ciclones

En los últimos días, ayudado por las lluvias y los vientos, ha sido desplazado el calor como el tema más recurrente desde el punto de vista meteorológico en Cuba, un hecho también favorecido por el aumento de la actividad ciclónica en nuestro hemisferio.

Hace una semana, en las Perspectivas del Tiempo Tropical que emite cada 6 horas el Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos (y en la mirilla de aficionados y seguidores de la ciclonología tropical), solo aparecían dos áreas con baja probabilidad de formación en el plazo de los próximos 7 días. Hasta el momento de publicar esta columna, ya se han consumido otras 4 letras del alfabeto: Emily, Franklin, Gert y Harold.

Curiosamente estos organismos no se formaron en ese mismo orden, aunque sí es el lugar que recibieron cuando alcanzaron la categoría de tormenta tropical, a partir de la cual se les asigna el nombre que llevarán hasta su disipación, independientemente de la categoría. Tampoco coexistieron todos los sistemas simultáneamente, solo dos tormentas tropicales a la vez, como es el caso de la imagen que encabeza esta columna, donde se observa la tormenta tropical Emily ya disipada como ciclón tropical, pues solo era un simple centro de bajas presiones, las tormenta tropical Franklin y las depresiones tropicales Gert y Nueve.

Por ejemplo, el primero en “nacer” fue la depresión tropical “Seis”, sin embargo no se llevó el primer nombre de los que restan en la lista del año, ya que se formó solo unas horas después la tormenta tropical Emily. Más tarde vino Franklin en el mar Caribe, “robándole” otro nombre al sexto ciclón del año, que tuvo que tomar el séptimo nombre de la lista: Gert. Y es que la lista de nombres se asigna a aquellos que llegan a tormenta tropical según el orden en que lo hagan, algo que para algunos puede llegar a ser confuso, sobre todo porque muchos productos en las redes identifican a los ciclones por un número consecutivo.

Todos han sido organismos débiles y con poca organización, demostrando la confrontación de factores a favor y en contra, presentes en esta temporada, sobre los que hemos conversado anteriormente. Por un lado, abundante contenido de calor en el mar y un ambiente “menos polvoriento”, y por el otro vientos fuertes en los niveles altos de la troposfera, por encima de los 7-8 kilómetros de altura, que no permiten que estas zonas de mal tiempo prosperen más allá de sistemas de poca intensidad y en algunos casos de poca duración.

Durante esta temporada, como ya habíamos analizado en una entrega anterior, el periodo más abarcador de las Perspectivas del Tiempo Tropical implicaría un incremento tanto de las zonas marcadas en extensión y cantidad, sobre todo de aquellas sobre todo aquellas que indican una probabilidad baja de formación. Algo que hemos visto en evidencia en esta última semana, en que dichas zonas de interés han oscilado entre colores y probabilidades, aunque finalmente casi todas han derivado en la formación de ciclones.


Comenzando a subir la cuesta

El pasado 20 de agosto el meteorólogo e investigador Philip Kolzbach, de la Universidad de Colorado y líder del equipo que emite el Pronóstico de Temporada Ciclónica de esa institución, publicaba en Twitter (ahora X) la siguiente fotografía.

Dr_-Philip-Kolzbach

En ella aparece el Dr. William Gray, pionero del pronóstico estacional de los ciclones tropicales y líder hasta su muerte del equipo que desarrolló dicha investigación en la Universidad de Colorado hace más de 3 décadas, llevando a cabo la tradición de sonar un campana cada 20 de agosto. ¿Por qué?

Porque ese día, climatológicamente, comienza el periodo más activo de la temporada ciclónica, en el que se forman el 85 % de los organismos de gran intensidad: categoría 3 o superiores. Todas las temporadas no lo siguen al pie de la letra, pero esta ya en menos de 72 horas nos recordó porque “doblaba” la campana.