Las denominadas inundaciones súbitas o repentinas ocurren cuando se registran lluvias intensas en un corto periodo de tiempo, capaces de ocasionar interrupciones abruptas del tráfico vehicular y del servicio eléctrico y telefónico, además de provocar daños en viviendas y cultivos, entre otras afectaciones.
El máster en Ciencias Armando Caymares Ortiz, especialista principal del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, explicó a Granma que en el caso particular de Cuba, el término lluvia intensa identifica el registro de acumulados de cien milímetros (mm) o más en un periodo de 24 horas, o de 50 mm en 12 horas.
También, para que se produzca una inundación súbita, puede tomarse de referencia la caída de 25 mm por hora.
Estos peligrosos eventos pueden ser originados por organismos ciclónicos tropicales, sistemas de bajas presiones, líneas de tormentas eléctricas que avanzan por delante de los frentes fríos y otras situaciones meteorológicas, causantes de gran inestabilidad atmosférica, aseveró.
«Una de las condiciones favorables para que precipiten notables volúmenes de agua en pocas horas es la existencia de un flujo de aire muy cálido y húmedo a nivel superficial y en los niveles bajos de la atmósfera, junto al predominio de temperaturas frías a cinco y seis kilómetros de altura».
«Si bien en nuestro país puede haber episodios de lluvia intensa en cualquier mes, estos tienden a ser más frecuentes a partir de la segunda quincena de mayo y hasta finalizar octubre, etapa que se corresponde con el denominado periodo húmedo en la Mayor de las Antillas».
De modo general, recalcó Caymares Ortiz, los eventos de precipitaciones intensas son de rápido comienzo, y suceden asociadas a la prevalencia de sistemas de nubes convectivas de gran desarrollo vertical, en particular los nombrados cúmulos y cumulonimbus.
DIFÍCIL PRONÓSTICO
La dimensión de una inundación súbita depende de varios factores vinculados con las características físico-geográficas del entorno, que incluyen la textura del suelo, el mal drenaje, la ubicación cercana de ríos, arroyos y la densidad de la cubierta vegetal, junto a las modificaciones hechas al terreno, que en no pocas ocasiones reducen la capacidad de absorber el agua con suficiente celeridad, detalló el experto.
«Más allá de lo planteado, influyen asimismo en su magnitud, la intensidad y duración de la lluvia, el movimiento de traslación del sistema que la genera (mientras más lento sea, la dimensión tiende a ser mayor), y la presencia de altos valores de humedad. La combinación de todos esos elementos favorece la caída de grandes volúmenes de agua en un área geográfica más extensa, o en localidades específicas.
«Tomando en cuenta la rapidez con que pueden presentarse estos significativos eventos pluviosos y las limitaciones de los modelos actuales para poder determinar en qué momento, dónde, cuánto precipitará y por qué tiempo, la predicción de las lluvias intensas repentinas se hace difícil y, con ello, la posibilidad de vaticinar con absoluta certeza la probable ocurrencia de inundaciones súbitas».
Caymares Ortiz recalcó que el radar meteorológico es una herramienta fundamental para el pronóstico a muy corto plazo, porque mediante el análisis y la interpretación de las secuencias animadas puede seguirse el movimiento y evolución de los sistemas generadores de grandes precipitaciones.
«Pero los cambios en la estructura nubosa ocurren tan de prisa, que a veces, mientras se confecciona el aviso especial a partir de los datos recibidos, para pasarlo de inmediato por la radio o la televisión, la copiosa lluvia sorprende a los lugares afectados sin dar tiempo a prepararse».
«La peligrosidad de las inundaciones súbitas se sustenta en la fuerza demoledora de los torrentes de agua que arrastran a notable velocidad troncos de árboles, palos, fango, gomas, escombros de diverso tipo y cuanto objeto encuentran a su paso».
De acuerdo con lo expresado por el máster Armando Caymares, las peores suelen reportarse en las ciudades, al combinarse el deficiente drenaje con las modificaciones a la infraestructura introducidas por la actividad humana.
«Uno de los reportes más célebres a nivel mundial acaeció en el camping Las Nieves, en Aragón, España, cuando el 7 de agosto de 1996 precipitaron allí más de cien milímetros en solo dos horas, dando lugar a una inundación repentina sumamente notable, que devastó el sitio. Hubo 87 fallecidos y más de 150 lesionados».
CASOS NOTABLES EN CUBA
Entre las inundaciones súbitas más significativas registradas en el archipiélago cubano figura la ocurrida en la noche-madrugada del 18 al 19 de junio de 1982, en zonas próximas a la costa norte y municipios del este de La Habana, donde un complejo sistema convectivo produjo lluvias torrenciales con acumulados de 650 milímetros en Campo Florido y 700 en Presa Bacuranao, en apenas 12 horas.
Los ríos Guanabo e Itabo tuvieron crecidas sin precedentes conocidos, que dejaron bajo las aguas al poblado de Guanabo y áreas urbanas aledañas, además de cortar el tránsito de vehículos por la Vía Blanca. Ello condujo a la evacuación y rescate de cientos de personas, incluidos los integrantes de una popular orquesta de la época, cuyo ómnibus quedó atrapado en medio de la carretera, señaló Caymares Ortiz.
«Otro ejemplo notorio tuvo lugar el 23 de mayo de 2006 en la capital, que causó uno de los mayores desbordamientos del río Quibú en tramos del municipio de Playa. Hubo un extraordinario acumulado de 195 mm en Palatino, en solo dos horas, mientras que en diferentes municipios de la urbe los registros sobrepasaron los 150 mm en lugares puntuales».
Ante los augurios de una temporada ciclónica muy activa, resulta ineludible trabajar en la reducción de vulnerabilidades y en el saneamiento de la vía pública, que aminore dentro de lo posible el impacto de las peligrosas inundaciones súbitas, puntualizó.