Cuba recuerda hoy el asesinato, hace 32 años, de cuatro jóvenes combatientes que defendían las costas de la nación caribeña, suceso conocido como el crimen de Tarará.
En esta fecha de 1992, un grupo de delincuentes atacó la base náutica de esa urbanización del este de La Habana, con el propósito de robar una embarcación y huir hacia Estados Unidos.
La agresión resultó en el asesinato de los combatientes Orosmán Dueñas (20 años), Rafael Guevara (30), Yuri Gómez (19), mientras Rolando Pérez Quintosa (23) resultó gravemente herido.
Los dos últimos eran agentes de la Policía Nacional Revolucionaria, quienes habían acudido en ayuda de los custodios de la base náutica, previamente heridos y amordazados por los asaltantes.
El propósito de los siete agresores era robar una embarcación para llegar a Estados Unidos y acogerse a la Ley de Ajuste Cubano, pero la fuga se frustró.
Las declaraciones del sobreviviente y la acción coordinada de las fuerzas del orden y la población permitieron la identificación y captura de los autores, quienes fueron juzgados.
Durante 37 días Pérez Quintosa, de 23 años, luchó por su vida, pero con cuatro disparos en su abdomen falleció el 16 de febrero, a pesar de los esfuerzos médicos.
El crimen conmocionó al país, que recuerda el asesinato de los cuatro jóvenes como uno de más atroces cometidos en Cuba, alentados por la política hostil de Estados Unidos contra la Revolución.