José Antonio Echeverría, el líder estudiantil

Los jóvenes le preguntan a menudo por José Antonio Echeverría, el líder estudiantil que perdió la vida en las acciones del 13 de marzo de 1957, en el apogeo de su juventud, con apenas 25 años de edad.

Curiosos por saber más sobre aquel muchacho de buen carácter y batallador, estudiantes y adolescentes abordan, incluso, en plena calle, al cardenense Ernesto Álvarez Blanco, historiador y estudioso de la vida del joven cuyo legado ha inspirado a varias generaciones de cubanos.

Quieren averiguar algo sin contar, con la esperanza de que alguien baje del altar al héroe idealizado y le ponga delante al hombre de carne y hueso.

Cuenta el acucioso investigador que les interesan sobre todo, los detalles de su muerte, la heroica actuación en los minutos finales de su vida, y acerca del entierro bajo la luz de los faroles de los carros en el cementerio de Cárdenas, así como su temeridad sin límites y las relaciones con sus hermanos, sus padres y amigos.

“Las personas en general, sobre todo las que han leído la biografía que escribí sobre él o han visitado en Cárdenas alguna vez el museo Casa Natal de José Antonio Echeverría, indagan con frecuencia cómo pudo hacer tanto en tan poco tiempo”.

“Los más jóvenes se asombran cuando les cuento que fue un estudiante como ellos, que tuvo novia, que le gustaba bailar y pintar, tocar la guitarra, practicar deportes, coleccionar sellos, etc”.

Al hablar del presidente honorífico de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), Álvarez Blanco no puede ocultar su respeto. En cada palabra, cada frase, hay un afecto indiscutible por la figura a quien él le ha dedicado años de pesquisa. Su libro Subiendo como un sol la escalinata deja plasmada una visión conmovedora de esa vida fugaz, pero trascendente en la historia revolucionaria de Cuba.

Admite el investigador que ese acercamiento a Echeverría terminó por volverlo a él mejor persona.

–¿Entonces no fue un fenómeno de la naturaleza, sino un joven sencillo que pudiera reproducirse en cualquier parte de nuestro país?

–No se puede negar el hecho evidente de que fue un líder notable, pero más que nada un joven de su tiempo, como otros muchos de su generación, que supo anteponer los intereses de la Patria a los suyos, y que convirtió la lucha estudiantil contra la dictadura de Batista en la razón de su vida.

–¿Puede establecerse con precisión cuándo y cómo se da el despertar de su conciencia patriótica?

–El patriotismo y el amor por Cuba, su Patria, estaba en sus genes y en sus venas, pues por parte de madre, los Trista, sus antepasados santaclareños, fueron ardientes defensores de la independencia de Cuba durante la Guerra del 95.

“Varios de sus maestros del colegio Champagnat y del Instituto de Segunda Enseñanza de Cárdenas le inculcaron también el amor a su Patria. Asimismo, sus lecturas de adolescente y de joven fueron también muy importantes en su formación patriótica”.

–José Antonio era admirado y bien visto. ¿Qué rasgos de su carácter influyeron en sus contemporáneos?

–Sin ser lo que se dice un hombre perfecto, era educado, estudioso, respetuoso, constante y fiel a sus ideas y principios. Solía compartir lo que tenía con sus amigos y con los más humildes. “Un corazón de oro cargado de dinamita”, lo calificó alguien muy cercano a él.

“Los de su generación veían en él a un líder dotado de gran firmeza y resolución y, por consiguiente, lo admiraban…”

“Creo que fue por su valentía y honestidad a toda prueba, por su carácter alegre y bonachón, por sus pruebas de amistad y por no discriminar a nadie, ni a blancos ni a negros, ni a pobres ni a ricos. Por su humildad, a pesar de haber nacido en el seno de una familia de clase media, fiel a sus creencias religiosas. Por eso fue respetado y temido por sus enemigos hasta después de muerto”.

“Su autoridad y prestigio los ganó por derecho propio, luchando y estudiando al mismo tiempo, dando constantemente el ejemplo, siendo el primero en toda huelga o manifestación que se gestaba en la Colina Universitaria, combatiendo siempre contra lo mal hecho, pero siendo, a la vez, amable y cariñoso con sus profesores, amigos y compañeros de estudio y de lucha, sin dejar de ser consecuente”.

–¿Algún hecho que testifique su relación con Fidel y afecto mutuo?

–Hay uno poco conocido. En el mes de febrero de 1957, José Antonio recibió una misiva de Fidel fechada el día 18, en la cual le describía la situación en la Sierra Maestra, y lo instaba a acelerar las acciones contra la dictadura de Batista en La Habana.

“Esta carta impulsó, definitivamente, los planes del Directorio de realizar una operación que removiera hasta los cimientos a la dictadura, conscientes de que Batista concentraría todas sus fuerzas para tratar de acabar con la lucha que se libraba en la Sierra Maestra”.

“Hubo otro que representó mucho. Durante los poco más de 50 días que Fidel permaneció en Cuba, desde su salida de la prisión de Isla de Pinos, José Antonio sostuvo con él frecuentes y decisivos encuentros en el apartamento habanero de Lidia Castro”.

“El primero de ellos se produjo el 17 de mayo, cuando fue a visitarlo, en compañía de Fructuoso Rodríguez. Juan Nuiry, su compañero de luchas, me comentó más de una vez que aquellas reuniones fueron testigos de la sincera comunicación de respeto y afecto que existió entre ambos, una relación que tuvo como base el deseo de deshacerse de la tiranía de Batista”.

–¿Qué otros detalles lo igualan a los jóvenes de hoy?

–Hoy sería un joven universitario más, rebelde e inconforme, aplicado y estudioso, que trataría, desde su posición, de que el mundo que lo rodea fuese mejor cada día. Sería un líder nato de la FEU que combatiría con tesón contra todo lo mal hecho, y que trataría de graduarse con honores de arquitecto, un sueño que tuvo que posponer para graduarse de Héroe de la Patria.

–Su muerte no representó el fin, no hizo más que señalar el camino del fin. ¿Dónde radica su legado?

–En su ejemplo, en todo lo que pudo lograr y hacer en solo 25 años; en su fidelidad a la causa que defendió con su propia vida, en su valentía, su honor, en su manera de ver el mundo, en su humildad y en el amor entrañable y consecuente que siempre sintió por Cuba, su Patria.

“El no pudo ver la realización de su sueño, pero el 13 de marzo de 1957 abrió un nuevo capítulo en la lucha por acabar con una dictadura que amordazaba al país con puño de hierro, y con una terrible represión”.

“Poco tiempo después, los barbudos, con Fidel al frente, entraron victoriosos en La Habana. Fue la mejor retribución al sacrificio de los héroes y mártires del 13 de marzo”.

(Tomado de Granma)