Vegetales.

Los antioxidantes son sustancias endógenas y exógenas con la capacidad de inhibir los procesos de oxidación al interactuar con las especies reactivas del oxígeno. Estas últimas tienen la capacidad de oxidar a muchas moléculas en el cuerpo humano, incluyendo los ácidos nucleicos, las proteínas, las grasas o lípidos, los carbohidratos e incluso pequeños compuestos inorgánicos. La sobreproducción de especies reactivas del oxígeno en el organismo conduce a lo que se conoce como estrés oxidativo, un factor importante que no solo afecta la calidad de vida, sino que también se asocia con el desarrollo de múltiples enfermedades, incluyendo las cardiovasculares.

Una opción para contrarrestar el incremento del estrés oxidativo es el consumo de sustancias antioxidantes, sobre todo como parte de una dieta balanceada y saludable. Los flavonoides, los carotenoides y vitaminas como la C y la E, son algunos antioxidantes que se plantea pueden ser de ayuda. Se considera que tales compuestos conducen a una reducción general del riesgo cardiovascular, incidiendo en la progresión de enfermedades como las dislipidemias, la hipertensión arterial, la aterosclerosis y la cardiopatía isquémica. No por gusto la dieta es un pilar importante del tratamiento de estas afecciones.

Con relación al tema, en el Blog Impulso Vital del sitio web de la Fundación Española del Corazón se expresa que lo que hace tan esenciales a los antioxidantes es su función como reductores del estrés oxidativo. En una persona joven y sana, las especies reactivas del oxígeno son rápidamente neutralizadas por los mecanismos endógenos del organismo. Sin embargo, en enfermos crónicos o en personas mayores, este sistema de defensa suele ser menos eficiente. De esta forma se produje un incremento del daño celular, se incrementa la aparición de enfermedades y se acelra el proceso de envejecimiento.

Existen factores asociados a los hábitos y estilos de vida que pueden aumentar la producción de radicales libres en el organismo. Entre ellos se citan las dietas poco equilibradas, el consumo excesivo de alcohol y tabaco, el sedentarismo, el estrés, la contaminación ambiental y la exposición excesiva a la radiación ultravioleta. Aquí viene entonces la importancia de consumir alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y vegetales, además de mantener una actividad física regular, evitar el tabaco y moderar el consumo de alcohol.

Dentro de los antioxidantes obtenidos de fuentes vegetales, destacan los polifenoles y los carotenoides, presentes en diversas plantas medicinales, frutas y vegetales:

Polifenoles: Son los responsables de la máxima actividad antioxidante de las frutas, las verduras y legumbres, los cereales e incluso algunas bebidas naturales. Además de sus propiedades antioxidantes, muchos polifenoles tienen actividad antinflamatoria, antibacteriana y antiagregante plaquetaria, lo cual resulta de utilidad en la prevención de enfermedades cardiovasculares. También pueden modular la respuesta inmune y favorecer la actividad de enzimas digestivas. Estos se encuentran en una amplia variedad de alimentos, como frutas, verduras, cereales integrales y legumbres, al igual que en algunas bebidas e infusiones como el té verde, el café, el vino tinto y en otros productos como el chocolate con altas concentraciones de cacao.

Ejemplos de especies ricas en polifenoles: Rabo de gato, anamú, uva, eucalipto, mandarina, toronja, limón, naranja y romero.

Carotenoides: Son pigmentos sintetizados por las plantas en el proceso de fotosíntesis. Su presencia en los alimentos es fácilmente reconocible por los colores que confieren, con tonos amarillo, rojo, anaranjado o violeta. Los carotenoides son precursores de la vitamina A, un nutriente esencial para la salud ocular, la función inmunológica y el mantenimiento de la piel y las mucosas. Para mejorar su absorción a nivel intestinal, es importante consumirlos junto con pequeñas cantidades de grasas saludables, lo cual permite aumentar su biodisponibilidad.

Ejemplos de especies ricas en carotenoides: Naranja, mandarina, tomate, melón, papaya, zanahoria, col, espinacas y brócoli.

Las enfermedades crónicas no transmisibles requieren, por supuesto, de un tratamiento farmacológico. Sin embargo, más allá de la medicación, es necesario adoptar estilos de vida saludables, donde la dieta resulta también un pilar importante del abordaje terapéutico en cualquiera de los casos. Considerar el consumo de frutas y vegetales, incluyendo algunas plantas medicinales, va a resultar un elemento de gran valor para continuar cuidando nuestra salud, en este caso cardiovascular… ¡desde lo natural!